Viaje a Ecuador (4ª parte)



DE LOS ILINIZAS AL TUNGURAHUA

 La mañana del viernes la Chompi me acerca a la estación  para  pillar un bus que me lleve hacia el puente jalambi. Ya en marcha me despisto y me pasó la parada, cuando me doy cuenta, le digo al conductor que pare, obedece ipso facto, me bajo, mochila a la espalda, cruzo la autopista, me tiro en la cuneta y levantó el brazo para darle el alto al primer bus que pasaba, el cual para y me monto para deshacer los 20 km que me había pasado, así funciona el  bus en Ecuador.  Ponte en una cuneta, cualquier cuneta, levanta el brazo al bus, a cualquier bus,  y parara, que te interesa donde va, te subes, que no le mandas seguir.
Jorge Sabugo
Así llegue al puente jalambi, donde cogería otro bus dirección chaupi, allí conozco un bombero que me muestra un poco el pueblo me ofrece alojamiento en un hostal ya que el día está cerrado y no se ven los ilinizas, también se ofrece para transportarme a la base de los ilinizas, el parqueadero de la virgen, claro está por el módico precio de 12$.
Allí me quedo en la pensión-tienda, hago unas compras y digo, al carajo, camino a pie. Mochila con ropa, saco, etc. a la espalda mochila de correr al pecho y pista. Cargado como un burro llevaría unos 20 kg aprox, comienzo a caminar, una pista empedrada que parecía que no pero picaba y picaba para arriba. A la hora me encuentro con el puesto de control de la reserva natural de los ilinizas donde registro mi visita. Prosigo el camino, y otra hora más para llegar al parqueadero de la virgen. Habían sido dos horas, 11 km y 1000 m positivos de ascensión, me encontraba bien y me había ahorrado 12$. Allí a ya 4000 m, empezaba lo serio, solo eran unos 4 km pensaba yo, y 700 m más de desnivel positivo. Comienzo a subir con calma consciente de que estoy a una altura a la que nunca me había expuesto, fácil y cómodo llego a los 4200, pero rápido empieza a pesarme todo, el cansancio se acumula y parece que quiere empezar a dolerme la cabeza.
Jorge Sabugo

Alto, que hay mal de altura?, no pasa nada, traigo conmigo hoja de coca, saque unas hojas y me puse a mascar, mientras progresaba paso a paso, pasito a pasito, bajo un aguacero cada vez mayor. La niebla se cerraba cada vez más y no veía más allá de unos 15 o 20 m. No me preocupaba, el camino al refugio estaba muy bien marcado, además era un único camino el que existía, era imposible perderse.
Sigo ascendiendo tranquilamente, 4300m, me planteo hacer una parada cada 100m de ascensión vertical, me planteo 30 min para cada 100 m verticales, parada incluida. Comienzo a seguir el ritmo que marcan los latidos de mi corazón, sin sobrepasar las 160 pulsaciones. 

Ilinizas con los Vascos

En 4400, dejo un poco de lastre, abandonó la garrafa de 5 litros de agua, no sería necesaria en el refugio y siempre podría bajar al día siguiente en un momento. 5 kg menos se nota, sigo poco a poco, muy poco a muy poco, el ascenso, sesteando, zigzagueando, culebreando, bastoneando, o como buenamente podía. El aguacero es intenso, y ya empiezo a tener  algo de frío. Parada a parada metro a metro me voy acercando, y tras un duro ascenso veo q mi gps marca los 4700m, ya con el dolor de cabeza por la altura, no divisó el  refugio, pero de repente  el sendero me lleva hacia un lado llaneando, seguro q me lleva al refugio, pensé yo, y en un improvisado trote doy con el refugio, con tantas ganas que casi se me saltan las lagrimas al verlo.

Entro dentro del refugio, estaba solo, me había cruzado en el ascenso al guardia y me había dicho que no estaría hoy. A duras penas consigo encender una vela, tenía las manos heladas, medió amoratadas, sentía un fuerte cosquilleo en los dedos cuando los tenía cerca de la vela. Me centré en moverlos enérgicamente y hacerlos entrar en calor. Me pongo a sacar cosas de la mochila cuando me doy cuenta que todo estaba mojado. Estaba tirado en un refugio solo, con todo mojado, pero de repente, ahí va pues, ostia Patxi, aparecen dos vascos, Óscar y Encina, ya éramos 3 pa montar la fiesta.

En la puerta del refugio un zorro descansa tranquilo, ni se inmuta ante nuestra presencia, debe ser el guardián, cansado de ver a gente como nosotros, se deja acariciar, incluso llega a comer de la mano de Encina. 
Rápido nos adentramos en el refugio y tras un buen rato de charla decidimos hacer algo de cena. Haciendo la cena tenemos una iluminación, montamos un tendal de ropa justo encima de los fogones, usando un poco de alambre.

Cenamos secamos algo de ropa y nos abrigamos como pudimos para pasar la noche. Con algo de dolor de cabeza, pero consigo dormir tranquilo. Me despierto a las 4 de la mañana por necesidades fisiológicas y cuando salgo, hay 3 o 4 dedos de nieve, las cumbres deben estar impracticables. Por lo que al despertar decidimos los 3 bajar de nuevo al pueblo, rápido bajamos al parqueadero de la virgen, como cambia tener que subir a tener que bajar. Seguimos la senda y llegamos a Chaupi, donde pillamos un bus que nos llevaría a la carretera panamericana donde nuestros destinos se dividirían, los vascos al sur, Baños, y yo al norte, Quito, a la base de operaciones para secar material y volver a organizarme. Salida turística por Quito y a dormir. 

Descenso del Turgurahua

Domingo vuelvo a viajar a Baños donde me reencuentro con la pareja vasca, casualidad de la vida se habían alojado en Jarvic, como yo, y como hablábamos vía wasup pronto nos encontramos. Compartimos comidas, cenas, sobremesas, tiendeo, experiencias, vivencias, aventuras y desventuras, llevan meses cruzando de México a Argentina y lo que les queda. También compartimos una mañana de Cañoning, con un monitor muy majo, Javier, su tía nos recibe en la zona de entrada al río llevando por sombrero un chambergo de la Legión, y es q el primo de Javier es legia, que pequeño es Ecuador pensé yo. Mañana de risas y disfrute en el río, tarde de relax y noche partiendo al Tungurahua, volcán que da sombra al pueblo de Baños con 5000 m de altitud, activo, humeante, hace unas semanas aún escupía lava. Parto con el guía Ñato y otros dos amigos suyos en coche hasta aproximarnos al camino que nos llevaría al refugio.
Partimos de 2700m y tras 3 horas caminando bajo un intenso aguacero llegamos al refugio, 1 km vertical más arriba, allí cómo podemos descansamos hasta el amanecer, y poco después de las 6 comenzamos el ascenso.
 
Avanzaba poco a poco, con miedo al mal de altura pero iba respetándome, quería hacer un pacto con el, él no entraría en mi cabeza y yo no lo nombraría en vano, parece que aceptaba.
Ascendía lento pero seguro era una enorme pared casi vertical de tierra suelta, en la que los pies se te Indiana por encima de los tobillos. Atrás había dejado la densa vegetación, que incluso en momentos llegaba a cerrarse sobre tu cabeza como de un túnel se tratase.

Sigo ascendiendo y la tierra se empieza a cubrir de nieve, esta blanda, no harán falta los crampones. Más arriba mis bastones se empiezan a encontrar con superficie dura, cuando me fijo, son pedruscos volcánicos, lava solidificada, de las recientes erupciones, llevaba horas y horas de ascenso sobrepasaba los 4700 que era mi récord hasta el momento, y la cabeza no daba mucha guerra. 


s en la tierra, lo miro atónito y me dice, aprovecha caliéntate, metí mis manos algo frías, la tierra estaba caliente, bastante caliente, era señal que estábamos cerca, cerca del cráter. Ya solo éramos tres, ya que uno había regresado por rozaduras de las botas, cuando de repente nos alcanzan un francés y una Argentina, que me tiro la moral por los suelos, subía con sus zapas Nike de calle sus mallas y un jersey de alpaca, eso sí, iba un poco a rastras por los suelos y sufriendo la dura pendiente pero hay estaba. Sobre la media mañana llegamos al borde del cráter a unos 4900m. El día cerrado de niebla no nos permite apreciar mucho, pero allí estaba. Había sacado el objetivo. No quiero liarme mucho, no quería tentar al mal de altura, alguna molestia pero leve, y decido empezar a bajar siguiendo las huellas de la subida. Cada paso me animaba más, bajar era facilísimo, y más para mí, con lo que me gusta, solo tenía que saltar y controlar hasta donde quería que mis pies se enterrasen y no meterme en una de las enormes grietas o quizás no llegaría a escribir esta crónica, perdía metros verticales rápidamente, y cuando me quise dar cuenta en poco más de media hora estaba ya en el refugio, había bajado en menos de 1 hora lo que había subido casi en 6. Parada técnica recompongo equipo me quito algo de abrigo y otra hora más de bajada. Para llegar al coche, encontrarme con el compañero que se había dado la vuelta, fan del atlético de Madrid y pendiente del partido ante el barsa. Pronto llegan Ñato y su compañero. Nos montamos en el coche y a media bajada paramos a tomar una cerveza y celebrar con un brindis la cumbre. 
Cañoning

Lo que quedaba de día os lo podéis imaginar, ducha, relax, asalto a la pizzería, he dicho pizzería, mierda. Anxo te prometo que era vegetal y una cocacola, que ya desintoxicado alguna vez presta. Hoy pronto a cama, mañana desayunare con Ñato y veremos que puede pasar con el Chimborazo. Por cierto se me olvidaba, después del cañoning me calenté y me tire del puente de san Francisco, eso sí atado. Sino quien cuenta estas cosas.
Un fuerte abrazo a todos los que leen mis aventuras, gracias por el apoyo y por el cariño.Gracias al club atletismo León y en especial al presi Jesús Linares que es el encargado de publicar editar y demás todo esto y con el consiguiente curro que lleva.
Salud y kilómetros compañeros, y un poquito de locura que no la voy a tener yo toda.
Jorge Sabugo Sousa

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