Sonó el despertador; era día de competición como
muchos otros domingos; sin embargo, en cuanto abrí los ojos, supe que aquella
mañana no iba a ser una cualquiera. Me esperaba una dura prueba que llevaba
varios meses preparando, la Media Maratón Vía de la Plata, en La Bañeza. Como
cada día de competición, desayuno bien y con tiempo de hacer la digestión,
elijo zapatillas y ropa adecuada, hago la mochila y me pongo el GPS…el mismo
ritual que hago siempre; pero no, esta vez no era lo de siempre, sentía más
nervios y había que cumplir objetivos más exigentes.
Ya en la línea de salida, la tensión sube, miro a
mi alrededor, tanteando a mis rivales, porque, aunque sólo sea una corredora
aficionada, me gusta hacer buen papel y sentir que he hecho un tiempo digno de
mis entrenamientos previos.
Minutos antes de la cuenta
atrás, una cara amiga nos pide que posemos para la foto de grupo; fue entonces,
después del chasquido de la cámara, cuando me dí cuenta que pertenecía a un
grupo, que había adquirido una seña de identidad como corredora popular. Dejé
de estar nerviosa.
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Club Atletismo León |
Comenzó la cuenta atrás, puse el GPS a funcionar
y, con plena confianza, empecé a correr. El primer tramo estaba fresca y las
piernas iban bien, sin perder ritmo. Poco a poco fui perdiendo fuerza y el
cansancio en las piernas empezaba a penalizar. Fue entonces cuando se puso a mi
lado un compañero, que llevaba mi misma camiseta y dijo: “ya estoy aquí”.
Gracias a él, conseguí seguir con más energía, todo era más fácil y más claro,
el cansancio y el dolor en las piernas se me olvidaron y la meta se acercaba un
poco más.
Al llegar a meta, vi el crono y no me lo podía
creer. Allí me espereraban Alex y el resto de compañeros del equipo para
celebrarlo. Una ducha y una caña (o coca cola zero) para terminar de celebrar,
por fin, aquel gran día en el que todos, unidos, recorrimos el mismo camino.
Mayte HD
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