ULTRA TRAIL DE LOS CASTILLOS, QUIEN ES EL KING??

Para mi vuelta a la larga distancia, después de pasar por quirófano, he elegido este ultra trail, en el que había la posibilidad de etapas (42km sábado 21 km domingo) o el ultra (63 km el domingo), los que me conocen ya saben qué elegiría el ultra. 

Pero para contar esta historia, como toda buena historia, he de empezar por el principio.
Pongamos que hablo del junio pasado, yo corría, o más bien arrastraba mi penoso cuerpo escombro, por la Serra da estrela (Portugal), participando en el ultra oh meu deus. En el km 85 me neutralizan por baja temperatura corporal, helado, mi cuerpo solo elevaba el mercurio a 34. Con un caldo en mis manos y una manta por encima, entran en escena dos peculiares manchegos, uno alto, mu alto, muy graciosete el, metiendose con mis medias rosas, Miguel Ángel, el otro más bajo, pero sin dejar de ser alto, Rodrigo
( a posteriori Toti).

Pensaba en retirarme pero me animaron a continuar, eleve el mercurio a 36 y me dieron paso. Poco después vivi mi mayor pajarón en el mundo de las carreras, y cuando avanzaba haciendo eses casi sin tenerme en pie, aparecieron Don Quijote y Sancho, perdón Miguel y Toti,  que me animaron y me ayudaron, me sacaron Del Pozo más profundo para devolverme a la vida. 20 km después me retire, eso sí con una superbook en la mano y con la buena sensación de haber conocido a dos, puedo decir héroes, si puedo decirlo que es mi crónica, pues eso dos héroes.

Pasado el tiempo y haciendo memoria tire del cara libro ( para los menos duchos en el translate ingles/spanish, Facebook) y acabe localizándolos.

El habitual contacto llevo a q me hablaran de esta prueba, y yo no podía ser menos, me sentía en deuda, debía conocer la tierra de mis rescatadores.

Llegada la fecha con una pequeña combinación de trenes me planté en Ciudad Real el viernes, con tiempo para pasear, conocer la ciudad, charlar con Miguel, con Toti, con una estatua, con otra, y porque no bebí algún vino más sino le habría hablado a las piedras también.  Conocí a Monica y Ceci ( pareja de ambos) y junto con los peques de ambos pase una tarde más que amena, más que entrañable, me sentía acogido como uno más de estas dos familia, como diría un buen leonés me estaba prestando, la cosa prometía.

 Cuando más cómodo estaba tuvo que aparecer Toti con la iluminación del finde, me propuso correr el sábado los 42 km de la prueba de etapas con ellos ( Miguel, Monica Toti y Ceci), con idea de ir tranquilos, usarlo como un buen entreno, y al día siguiente mi ultra de 63 km,  me lo pensé una micropentatrillonesima
parte de segundo y no pude decir otra cosa que, claro que si guapi.

Ya en el hotel me metí en cama dándole vueltas a la cabeza pensando que posiblemente me había valentonado un poquito pero como buen cazurro tenía que cumplir, así que pronto cerré el ojo.

Me levante pronto, la etapa comenzaría a las 14:00, quería desayunar fuerte,( tengo que llamar al hotel quizás allá ido a la quiebra después de mi paso por el buffet libre del desayuno) luego comería en casa de Miguel y Monica, pero algo más liviano por el empacho del desayuno y para no alargar la digestión.

Fuimos juntos al castillo de calatrava, meta de esta primera etapa,  lugar donde pasaríamos la noche y  desde donde un autobús nos llevo a la salida.
Miguel y Toti como buenos anfitriones me fueron presentando a mucha gente, Héctor, María, Vero, César, Fran........

Previa a la Salida


Ya en el arco de salida arranca la carrera, nos ponemos en cola, la idea era ir a ritmo tranquilo, acompañar a Mónica y Ceci, también irían en el grupo Vero, María, Y algunos más. 
Tras salir del pueblo comienza la primera subida que afrontamos con calma, entre bromas, risas, chistes y gracias, era evidente la frescura del inicio. Pasados unos 5 km me junto con María y sin darnos cuenta mientras hablamos subimos el ritmo y dejamos el grupo atrás, cuando nos damos cuenta rodábamos solos, bajamos un poco el ritmo y al no ver al resto del grupo decidimos tirar. A partir de aquí correríamos toda la prueba juntos, el buen entendimiento entre ambos nos llevo a encontrar el ritmo perfecto, el justo para que ella compitiera dentro de sus posibilidad y para que yo no me desgastará más de la cuenta para el ultra del día siguiente. 

María y Jorge en Carrera

Pasaban los kms entre risas e historias, la del tatuaje del cerdo volando, la de la carrera en la que me comí el gel de masajes, la de el avión que perdí camino de la Transgrancanaria, vamos,  las clásicas, ya os las sabéis. Llegamos al ultimo avituallamiento y yo me encontraba bastante fresco, me parecía estar cumpliendo el objetivo, María estaba bastante entera, nos habían avisado de que iba tercera clasificada y no podía dejar escapar ese puesto. Afrontamos con ganas el último tramo pero la cosa empezó a ponerse dura, el desnivel, el terreno técnico, el calor, la fatiga, todo sumaba en nuestra contra y María por momentos se venía abajo, solo por momentos, y digo sólo por momentos porque rápido apretó los dientes para echar el resto y coronar el pequeño collado desde el que se veía el castillo.
 Afrontamos una bajada medianamente técnica, por la estrechez de su sendero, la tierra suelta y algún que otro obstáculo en forma de piedras y raíces, donde la pobre María acabaría aterrizando, una pequeña culada, que por cierto me perdí por ir delante, que no tendría malos mayores. Poco después llegamos al camino principal que conduce al castillo, pero para nuestra sorpresa, no lo seguiríamos, atacaríamos la conquista del castillo, por el camino más corto ( pobres ilusos) la línea recta. Un conglomerado de grandes piedras, algunas en su día habrían formado parte de los muros del castillo o quizás habrían repelido a algún osado que intentó atacarlo, pero en cambio, esta vez estaba seguro que no podrían impedir  nuestra conquista. La verdad que fue un tramo la mar de divertido para mí, quizás para María no tanto, pero no se le notaba, no dejaba de sonreír y es que sin darnos cuenta teníamos el castillo a nuestros pies, cerrando el crono en menos de 6 horas. 

Entrada en Meta


Ya en meta, nos encontramos con Héctor, pareja de María, que se había marcado un carrerón, me da ropa de abrigo ya que la mía estaba en el coche de Miguel. 
Me abrigo, como algo, estiro un poco y me vuelvo a meta para esperar a la grupeta, pronto llegan con la alegría que les caracteriza, nos saludamos y nos ponemos a charlar. 

Tras acicalarnos y vestirnos, nos dirigimos a preparar nuestros aposentos, pues dormiríamos esa noche en el castillo. 
Una vez instalados nos disponemos a cenar, todo a cuenta de la organización ( por cierto todo de lujo), embutido, ensaladas, pasta, bebida, berenjenas, fruta, cerveza, refrescos....

En la Cena


Tras un poco de sobremesa nos fuimos retirando a dormir, algunos como yo, tendríamos que levantarnos para arrancar el ultra a las 7, otros estirarían un poco más el sueño ya que la segunda etapa de 21 km no saldría hasta las 9:30.

A la mañana siguiente y tras el desayuno me desplacé a la salida del ultra con dos chicos que conocí en el castillo, por cierto, nos vemos en somiedo, venir a mi tierra, llegábamos  un poco tarde a la salida del ultra, poca cosa unos minutos, y aún así nos esperaron para tomar la salida , eso sí, antes de salir nos llevamos un pequeño abuchare de la gente que nos esperaba.

Los primeros 42 kms los conocía, eran los mismos que del día anterior, pero los 21 restantes, que coincidían con la etapa de hoy eran terreno desconocido para mí, aunque sabía que eran donde más desnivel habría. 

Salí un poco anquilosado, por momentos pensé que el rodaje del día anterior me pasaría demasiada factura, pero después de 7/8 km parecía que mi cuerpo estaba en plenas condiciones, rodé un poco charlando con una grupeta del equipo sonrisas y montañas, pero me acabe calentando, conocía el terreno y sabía que podía rodar rápido y cómodo. 

Escoltado por sonrisas y montañas


Con un ritmo alegre me planté en el km 27/28 donde comencé a charlar con un gallego afincado en Madrid. Hablando de pruebas, de material, de corredores, etc etc. Nos plantamos en las proximidades del castillo. 
Conseguimos llegar al castillo en poco más de 4 horas 30 de carrera. Reponemos fuerzas y pronto proseguimos la marcha. 
El terreno comienza a complicarse bajando por una pedrera bastante entretenida. Tras llanear un poco comenzamos a ascender a los restos del castillo de salvatierra, donde me descuelgo de mi compañero de batalla, comienzo a quedarme, las fuerzas me flaquean y el duro sol empieza a hacer mella en mí estado anímico. 

Tras una pequeña bajada muy divertida de tierra suelta empiezo a subir hacia las antenas, que a simple vista no se ven pero sé que están por ahí arriba. 
Tras un primer tramo de ascenso en el que veo que mi compañero se aleja progresivamente consigo rehacerme y empiezo a apretar, poco a poco veo como la distancia con el se va haciendo menor. 
Para entretenerme y medir mi progresión comienzo a coger referencias y tiempos con respecto a el. Ya veo cerca las antenas y el avituallamiento, sabía que después comenzaría la bajada. Cargo agua fresca, mojo un poco la cabeza y arranco. Tomo referencia y tengo a 2 min a mí compi, subo ritmo en la bajada y después de un buen esfuerzo lo alcanzó. Me cuenta que va un poco tocado, con ello me doy cuenta, que yo también, que si lo alcancé no fue porque me hubiera repuesto sino porque el aminoró su ritmo. 

Proseguimos juntos la bajada, con calma y con una charla amena llegamos a las faldas del castillo, bebemos y empezamos a subir el camino empedrado que nos conduciría a la gloria, somos recibidos muy cariñosamente en meta por la organización. Allí me recibe Toti y Ceci en un primer momento, luego vería a Miguel y Mónica. Como algo repongo fuerzas y degusto unas exquisitas migas manchegas. 

Benditas Migas Manchegas

Había disfrutado mucho de la carrera, también la había sufrido, pero si algo quiero destacar, es el cariño recibido, la cercanía de la organización y de los participantes, casi todos ellos locales, todos conocidos. 

El viaje de vuelta no os lo cuento podéis imaginaros como iba en modo acá tú thriller (temazo de M. Jackson, perdón por mi inglés) como si fuese un muerto viviente. 

Después de este viaje no quiero despedirme sin agradecer el cariño y la amabilidad recibido por toda la gente de la prueba en especial a mis anfitriones Miguel y Toti, también a vosotras Ceci y Mónica. 


Para el final dejo a alguien muy especial, no lo conté antes porque lo bueno siempre se hace esperar, es una persona muy especial, que siempre estuvo a mi lado, desde hace mucho ( no le quedaba otra opción ), crecimos juntos, y no es otra que mi hermana, que me acogió en Madrid camino de la carrera. 
Ahora le ha dado por iniciarse en esto del runing como se llama ahora.
El jueves en Madrid me presentó a su entrenador Víctor García (bronce europeo 3.000 obstáculos, caída incluida), un tío agradable y muy amable,  con el que compartí una pequeña charla y acto seguido me firmó su libro (regalo de mi hermana). 
Espero estar para su debut y algún día correr alguna juntos, cortita eeeh, que el papel de loco de la familia es el mío, ella es la sensata, aunque aveces no mucho porque confía más en mi de lo que confió yo mismo. 

Desde aquí un besín enorme hermana, te quiero mucho.

Jorge Sabugo (muselito)