DE LA SELVA AL TERREMOTO



     Con los deberes hechos, o casi hechos, (Chimborazo que ganas te tengo), me quedo el fin de semana cerca del Chimborazo ya que la Chompita y su amiga Clau van a competir por parejas en el Chimborazo extremo, una carrera de bici de montaña de 60 km y unos 1500 m positivos que acababa en el refugio del chimbo.

    Seguí la carrera desde el coche del padre de la Chompita, viendo el paso de la carrera en varios puntos, y tras una gran remontada, desde el tercer puesto, que empezó en el km 20 la Chompita y Clau se hacen con la victoria sacándole más de 8 min a la segunda pareja. Tras la competencia, como les llaman aquí, volví a Baños en bus, donde por fin pude tomarme un té rooibos, y probar el arte ecuatoriano con las tijeras, mi melena era digna para la selva pero daría calor.  
  
     Fui a cenar con el colombiano de la agencia un clásico seco de pollo a un sitio que me llevo él, tras esto me mereció un masaje relajante con piedras volcánicas para irme a la selva como nuevo.

     Pasé toda la noche en el autobús y a la mañana siguiente amanecí en Lago Agrio, donde me recogieron y un mini bus me llevo al puente que da entrada a la selva, allí me recibió uno de los que serían los guías en la selva, pertenecía a la familia propietaria del lodge (edificaciones pequeñas, con materiales del entorno, que no provocan ningún impacto ambiental, vamos un hotel hecho a base de Cabañas) donde me alojaría. Tras registrarme en la oficina del parque natural tendría un trayecto de dos horas en canoa a motor, remontando el río cuyabeno, por sus oscuras aguas, la vegetación cada vez más frondosa, y sus incesantes curvas.
Efrain, el Gringo y yo

     En el viaje cada poco el guía va haciendo paradas para mostrarme la fauna y flora del lugar, voy observando diferentes razas de monos, y de aves. A la llegada al lodge me encuentro con un gringo (nombre con el que los ecuatorianos llaman a los turistas de USA) y un guía nativo de una tribu cercana, un crack, un fuera de serie, el gran Efrain. Esa tarde después de comer, pescamos un poco, más bien lo intentamos, solo Efrain consigue pescar una piraña, tras reposar la comida, salimos por el río Efrain, el gringo y yo para visitar el lago grande, de camino seguimos observando animales y tenemos la suerte de ver un delfín rosado, un perezoso, y varios monos y aves. Ya en el centro del lago Efrain se quita la camiseta y se tira al lago, yo pensé para mí, este tío está zumbado, aquí hay pirañas, caimanes, delfines rosados, estos últimos no acojonan comparados con los otros, y una especie de siluros que miden 5 metros. Nos mira y nos dice, tranquilos, aquí no hay nada que puedan comer las pirañas y los caimanes, todos viven en las orillas para comer a los monos y otros animales que descuidados se acercan a la orilla, yo me lo creí y no pude más que hacer que lanzarme de cabeza al agua, un poco acojonado, no lo niego, pero pronto se me pasó me relaje y disfrute chapoteando, allí, en medio de lago, allí, en medio de la selva, allí, en medio de la nada, donde no hay cobertura donde no hay luz eléctrica, allí, donde el tiempo se para, allí, donde silencio sólo lo rompe la música de la naturaleza, y allí, tumbados los tres en la barca, vimos cómo caía el sol.

En el lodge
     Ya a oscuras sacamos las linternas y nos fuimos a la orilla, para buscar el reflejo de los ojos de los caimanes, encontramos uno, de unos 4/5 metros, que flotaba imponente, y solo sacaba la punta de la boca respirar, nos acercamos a menos de un metro de él, infundía respeto, Efrain aportaba seguridad asique estaba tranquilo, es nativo, vivió toda la vida en la selva, sabe lo que hace, creció en la reserva de una tribu, conoce el río y todo lo que habita en el mejor que yo la tabla del 1.

     Después de esa experiencia regresamos al lodge para dormir. En la selva los días posteriores visite una tribu nativa, hicimos pan de yuca, pero la verdadera atracción era ver al chamán, el gringo y yo teníamos muchas ganas pero su hija nos dijo que se había adentrado en la selva para cazar. Volveríamos al día siguiente, pero el chaman no se encontraba en condiciones, estaba muy borracho, bajo los efectos alucinógenos de la ayaguasca, bebida que elaboran y usan para sus rituales.

     No pudimos presenciar los rituales de chamán, pero sin duda lo que más me llamó la atención de la casa del chamán, apartada del poblado de la reserva y medió adentrada en la selva, no fue su arcaica construcción de madera, si no que de una viga de sus cimientos colgaban dos bolsas de IKEA, llegue a pensar que el chamán era el diseñador de todos los artículos hechos con bambú que venden en IKEA. En la reserva también probé la carne de mono, y me adentré un poco en la selva guiado por Efrain el cual me dio a comer hormigas, que extrañamente tenían un sabor ácido como a limón.

     Tras todo esto el miércoles abandonamos la selva el gringo y yo y hacemos noche viajando a Quito. Nos despedimos en la terminal de bus, pero no sería la última vez que el gringo y yo nos veríamos.
Esta tarde visita la zona de mitad del mundo, donde se erige un monumento que representa la latitud 0 y marca los 4 puntos cardinales, allí me encontraría de nuevo con el gringo.

      Visitaría y haría noche en un pueblo llamado Mindo, que me dejo sin palabras, sus casas de madera y bambú, su calle principal adoquinada, el resto eran de tierra, localizado en el fondo de un valle, cuyas montañas vierten sus aguas al río principal formando numerosas cascadas, allí haría la ruta de las cascadas, un mapa turístico me orientaba en los desvíos y marcaba tiempos estimados, me dediqué a correr de una otra para ver qué tiempos podía hacer, y así pase un día entero, cascada va, cascada viene, mojadura va mojadura viene.

     Estaba en la carretera que conducía a la costa de Esmeralda y baraje ir el fin de semana a relajarme a la Costa, pero había dejado por ver Otavalo, uno de los pueblos más indígenas de Ecuador, y si mercado de sábado era nacionalmente conocido, tenía que comprar alguna artesanía en alpaca a mi señora madre, asique descarte a mi pesar el tirarme en la playa, los que me conocen saben que soy un culo inquieto, necesitaba movimiento, y lo que no sabía era que esa decisión me salvó de meterme en el epicentro del terremoto.
Faldas de rucu pichinga

    Tras hacen noche en Quito el sábado visitó Otavalo, su enorme mercado, calles y calles interminables de artesanía, allí pase el día, negociando, regateando y comprando. A mi llegada a Quito tras hacer el chekin online de mi vuelo de vuelta me acerqué al centro comercial para imprimir los billetes y paseando por el empecé a notar que el suelo vibraba, cada vez con más intensidad, la gente empezaba a correr, yo pensé, ostia un terremoto, mire sobre mi cabeza, creía estar seguro, y dije de aquí no me muevo, estoy en un tercer piso si esto se desploma ni de coña llegare a la puerta, asique quieto, inmóvil, observe como todo se movía, como la gente gritaba y corría, y tras un minuto de movimiento cuando todo paro, proseguir paseando como si nada, pero a los pocos minutos pensé, voy a mandarle un mensaje a mi señora madre que aunque sean las 4 la mañana, esto va a llegar a España pronto, además no sabía lo que había pasado fuera del centro comercial.

     Regresé a casa y la madre de la Chompita estaba muy asustada, intentó consultar en internet el alcance del terremoto y todo son malas noticias, la zona de Costa esta devastada por completo, el número de muertos no para de subir, decido publicar en el Face que no me ha pasado nada y nada más entrar la propia aplicación me pregunta si estoy bien después del terremoto, me sorprendió la rapidez ya que no hacía ni una hora. Por esta vez fue más que útil ya que con unas palabras pude avisar a mucha gente de que estaba bien.

Con la Chompita entes de viajar
  
   Quedaban apenas 40 horas para irme, 40 tristes horas, que pasaron lentas, con continuas noticias, malas noticias del terremoto. El día antes de volar cogería el teleférico para elevarme hasta las faldas del rucu pichincha y contemplar la inmensa ciudad de Quito, algún que otro volcán a lo lejos, entre algunas nubes, y pensar que antes o después, espero regresar algún día, hasta siempre Ecuador


Jorge Sabugo Sousa

1 comentario:

  1. Dan ganas de ir a conocer aquello, aunque los momentos de miedo... dicen mucho de ti. Saludos

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